Los procesos de diálogo con las FARC no traerán la paz a Colombia. Y la razón principal es porque las FARC son tan solo un eslabón de una larga cadena de actores involucrados en el conflicto armado en Colombia. La violencia y las muertes ahora vienen de parte de muchos grupos al margen de la ley, distintos a las FARC: delincuencia común, BACRIM, la oficina de Envigado, narcotraficantes, etc. Las discusiones que se gestan en los medios de comunicación y en las redes sociales, las críticas por parte de ex-presidentes, y en general las posturas polarizadas dan cuenta de un país que aún no sana viejas heridas.
Los diálogos con la guerrilla son inevitables y necesarios. Estamos en un punto coyuntural donde los jefes guerrilleros deberán aprovechar su cuarto de hora, por mero instinto de supervivencia. La muerte de diferentes cabecillas en los últimos años, evidencia que el ejército colombiano reúne las condiciones logísticas y tecnológicas para dar una guerra frontal a una guerrilla mermada y corrupta, sostenida por dineros del narcotráfico y la extorsión. No hay ideales, no hay un derrotero que seguir, solo codicia y delincuencia, disfrazada con algunos colores y simbología caduca.
No dialogar, continuar la lucha hasta el exterminio total es simplemente inviable. No tiene sentido continuar una guerra absurda, en territorios sembrados con minas quiebrapatas, dando de baja a niños guerrilleros, que no tienen ni idea por qué terminaron involucrados en este conflicto. Los que sostienen que los guerrilleros han matado a muchas personas, tienen razón. Los que consideran que el ejército ha cometido muchas barbaridades en conjunto con fuerzas paramilitares, también tienen razón. Y eso es lo absurdo de la guerra. La guerra no solo es blanco y negro, también tiene matices grises. No es de buenos y malos, a veces puede ser de malos contra perversos.
Ahora el Estado y la justicia deben enfocarse en combatir a aquellos corruptos que por años pasaron de agache, aprovechando la cortina de humo generada por los principales protagonistas y chivos expiatorios de la violencia: Pablo Escobar, el M19, las FARC, ELN, otros capos de la droga, entre otros. Mientras tanto, durante todos estos años, millares de corruptos aprovecharon estos distractores para robar campantemente las arcas de la nación. Desde cualquier plataforma, muchos lo han hecho. Llámense concejales, congresistas, militares, políticos, presidentes, hijos de presidentes, policías, gobernadores, alcaldes, etc. La batalla contra el mal no ha cesado y no se puede bajar la guardia. La nueva Colombia, la que queremos ver, esa Colombia equitativa y próspera, hasta ahora comienza a construirse, pero el fundamento debe ser el perdón. Seguir hurgando heridas viejas no servirá.
El Estado ha comprendido que puede y debe invertir en las personas. Entregar casas gratis no es una política meramente asistencialista. Es realista. Muchas personas jamás conseguirán una casa, a menos que alguien se las regale. Tal vez haya algunos flojos y avivatos que siempre querrán sacar partida de cualquier tipo de obsequio gubernamental. Pero también hay gente que materialmente no puede. Ancianos, niños, madres cabeza de familia, jóvenes desempleados. La economía colombiana está creciendo pero aún hay hambre y pobreza. Debe haber un equilibrio entre la ayuda social y la inversión en la industria y los TLCs. Se necesita remar con las dos para avanzar. Algunos dirán: es mejor enseñar a pescar, que dar pescados. Yo opino que si podemos enseñar a pescar y a la vez repartir pescados mejor aún. El capitalismo no es la solución, tampoco lo es el socialismo. Pero dejémos a los ideólogos discutir encerrados en sus mundos imaginarios y los colombianos del común, pongámonos a trabajar, votemos con criterio y no con un tamal debajo del brazo, denunciemos la corrupción, no seamos corruptos, seamos parte de la solución y dejemos atras tanta queja y crítica destructiva. Seamos propulsores de paz. Nosotros hacemos parte de Colombia. Colombia no es el presidente, ni los partidos, ni los políticos, ni los grupos al margen de la ley. Colombia somos todos los ciudadanos, todos somos parte del cambio.
Los diálogos con la guerrilla son inevitables y necesarios. Estamos en un punto coyuntural donde los jefes guerrilleros deberán aprovechar su cuarto de hora, por mero instinto de supervivencia. La muerte de diferentes cabecillas en los últimos años, evidencia que el ejército colombiano reúne las condiciones logísticas y tecnológicas para dar una guerra frontal a una guerrilla mermada y corrupta, sostenida por dineros del narcotráfico y la extorsión. No hay ideales, no hay un derrotero que seguir, solo codicia y delincuencia, disfrazada con algunos colores y simbología caduca.
No dialogar, continuar la lucha hasta el exterminio total es simplemente inviable. No tiene sentido continuar una guerra absurda, en territorios sembrados con minas quiebrapatas, dando de baja a niños guerrilleros, que no tienen ni idea por qué terminaron involucrados en este conflicto. Los que sostienen que los guerrilleros han matado a muchas personas, tienen razón. Los que consideran que el ejército ha cometido muchas barbaridades en conjunto con fuerzas paramilitares, también tienen razón. Y eso es lo absurdo de la guerra. La guerra no solo es blanco y negro, también tiene matices grises. No es de buenos y malos, a veces puede ser de malos contra perversos.
Ahora el Estado y la justicia deben enfocarse en combatir a aquellos corruptos que por años pasaron de agache, aprovechando la cortina de humo generada por los principales protagonistas y chivos expiatorios de la violencia: Pablo Escobar, el M19, las FARC, ELN, otros capos de la droga, entre otros. Mientras tanto, durante todos estos años, millares de corruptos aprovecharon estos distractores para robar campantemente las arcas de la nación. Desde cualquier plataforma, muchos lo han hecho. Llámense concejales, congresistas, militares, políticos, presidentes, hijos de presidentes, policías, gobernadores, alcaldes, etc. La batalla contra el mal no ha cesado y no se puede bajar la guardia. La nueva Colombia, la que queremos ver, esa Colombia equitativa y próspera, hasta ahora comienza a construirse, pero el fundamento debe ser el perdón. Seguir hurgando heridas viejas no servirá.
El Estado ha comprendido que puede y debe invertir en las personas. Entregar casas gratis no es una política meramente asistencialista. Es realista. Muchas personas jamás conseguirán una casa, a menos que alguien se las regale. Tal vez haya algunos flojos y avivatos que siempre querrán sacar partida de cualquier tipo de obsequio gubernamental. Pero también hay gente que materialmente no puede. Ancianos, niños, madres cabeza de familia, jóvenes desempleados. La economía colombiana está creciendo pero aún hay hambre y pobreza. Debe haber un equilibrio entre la ayuda social y la inversión en la industria y los TLCs. Se necesita remar con las dos para avanzar. Algunos dirán: es mejor enseñar a pescar, que dar pescados. Yo opino que si podemos enseñar a pescar y a la vez repartir pescados mejor aún. El capitalismo no es la solución, tampoco lo es el socialismo. Pero dejémos a los ideólogos discutir encerrados en sus mundos imaginarios y los colombianos del común, pongámonos a trabajar, votemos con criterio y no con un tamal debajo del brazo, denunciemos la corrupción, no seamos corruptos, seamos parte de la solución y dejemos atras tanta queja y crítica destructiva. Seamos propulsores de paz. Nosotros hacemos parte de Colombia. Colombia no es el presidente, ni los partidos, ni los políticos, ni los grupos al margen de la ley. Colombia somos todos los ciudadanos, todos somos parte del cambio.
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