Desde que tengo memoria y uso de razón, he escuchado fabulosas
propuestas de los candidatos quienes nos auguran una transformación
asombrosa de nuestro país en los años venideros. Algunas de estas
promesas se cumplen, otras pasan al olvido. Algunos animales comunes de
esta fauna politiquera son los delfines, los habladores, los
corruptos, los amigos de los delincuentes (o delincuentes encorbatados),
y muchos que solo buscan trabajo para su propio beneficio. Pocos
políticos nuevos han salido a la palestra pública y creo que una de las
razones ha sido el miedo. Parece que muchos jóvenes optan por mantenerse
al margen del liderazgo, ya sea porque este liderazgo los decepcionó o
porque sentirse expuestos puede ser un peligro en nuestro país. Hasta
ser humorista se volvió un peligro. De hecho, desde la muerte de Jaime
Garzón no he visto a alguien atreverse a hacer humor político de una
manera directa e irreverente como él lo hizo.
El temor de los grupos al margen de la ley finalmente surtió efecto y tenemos una sociedad dormida que no cree en la autoridad. La muestra de ello son la apatía a la hora de votar o ejercer la justicia por nuestras propias manos (entiéndase "apalear delincuentes"). Es una sociedad que necesita líderes nuevos. No los sobachaquetas o lamesuelas de siempre, sino gente propositiva que se atreva hacer cosas nuevas. Y no solo en el area política sino a todo nivel. Muchas personas han decidido permanecer en el delirio o complejo de Peter Pan, el niño o adolescente eterno, que solo quiere volar y disfrutar la vida, pasarla bien con sus amigos pero no quiere asumir el rol de adulto. Aquellos que nos preciamos de llamarnos adultos tenemos la responsabilidad de ser ahora los jefes de la manada, los jeques o simplemente, los responsables de lo que querramos dejarle a las nuevas generaciones. Así no tengamos hijos, tenemos que soltar el pañal, la eterna adolescencia, destetarnos de la comodidad, la "excusitis aguda" dónde culpamos siempre a otros: al gobernante de turno, al cura, al pastor, al policía, al taxista, a Pékerman...
Pero, ¿dónde están los que se comprometen con un nuevo liderazgo? Nuestra pasividad permite que zoquetes de medio pelo suban de forma descarada a curules y cargos que no se merecen. Por ejemplo, candidatos en algunas ciudades que están siendo investigados por la fiscalía, por sus nexos con delincuentes y su pasado "non sancto". ¿De dónde salen estos pillos? ¿Quienes los dejan subir? Infortunadamente es nuestra indiferencia y pasividad. El voto es la unidad básica de nuestro liderazgo democrático y debemos ejercerlo (aun con derecho a equivocarnos). Luego, ser partícipes en las oportunidades de liderazgo que nos ofrece nuestra comunidad, y esto incluye ser parte de la Junta de acción comunal del barrio o por ejemplo, ser voluntario en una fundación. Ser ciudadano activo implica salir de la comodidad, pero es que es nuestra responsabilidad y deber ejercerlo.
Deber, deber...una palabra un poco empolvada, que huele a moho por nuestro descuido. Tenemos miles y miles de personas exigiéndo sus derechos, pero unos cuantos, escasos, quieren ejercer sus deberes.¿Quieres ver cambios sustanciales en tu entorno? Ejerce tus deberes con responsabilidad. Liderar no es mandar, manipular, decirle a los demás que nos besen los pies. Eso es ego..."egoteísmo" (algo así como ego, egoísmo, y culto al dios "yo"). Liderar es asumir mi responsabilidad frente a la generación venidera. Suena difícil, pero alguien tiene que hacerlo, y no es el político de turno, el que sale en la publicidad, el que "twittea" más seguido, el que grite más fuerte. La realidad es que somos nosotros los que cambiamos nuestra nación.
El temor de los grupos al margen de la ley finalmente surtió efecto y tenemos una sociedad dormida que no cree en la autoridad. La muestra de ello son la apatía a la hora de votar o ejercer la justicia por nuestras propias manos (entiéndase "apalear delincuentes"). Es una sociedad que necesita líderes nuevos. No los sobachaquetas o lamesuelas de siempre, sino gente propositiva que se atreva hacer cosas nuevas. Y no solo en el area política sino a todo nivel. Muchas personas han decidido permanecer en el delirio o complejo de Peter Pan, el niño o adolescente eterno, que solo quiere volar y disfrutar la vida, pasarla bien con sus amigos pero no quiere asumir el rol de adulto. Aquellos que nos preciamos de llamarnos adultos tenemos la responsabilidad de ser ahora los jefes de la manada, los jeques o simplemente, los responsables de lo que querramos dejarle a las nuevas generaciones. Así no tengamos hijos, tenemos que soltar el pañal, la eterna adolescencia, destetarnos de la comodidad, la "excusitis aguda" dónde culpamos siempre a otros: al gobernante de turno, al cura, al pastor, al policía, al taxista, a Pékerman...
Pero, ¿dónde están los que se comprometen con un nuevo liderazgo? Nuestra pasividad permite que zoquetes de medio pelo suban de forma descarada a curules y cargos que no se merecen. Por ejemplo, candidatos en algunas ciudades que están siendo investigados por la fiscalía, por sus nexos con delincuentes y su pasado "non sancto". ¿De dónde salen estos pillos? ¿Quienes los dejan subir? Infortunadamente es nuestra indiferencia y pasividad. El voto es la unidad básica de nuestro liderazgo democrático y debemos ejercerlo (aun con derecho a equivocarnos). Luego, ser partícipes en las oportunidades de liderazgo que nos ofrece nuestra comunidad, y esto incluye ser parte de la Junta de acción comunal del barrio o por ejemplo, ser voluntario en una fundación. Ser ciudadano activo implica salir de la comodidad, pero es que es nuestra responsabilidad y deber ejercerlo.
Deber, deber...una palabra un poco empolvada, que huele a moho por nuestro descuido. Tenemos miles y miles de personas exigiéndo sus derechos, pero unos cuantos, escasos, quieren ejercer sus deberes.¿Quieres ver cambios sustanciales en tu entorno? Ejerce tus deberes con responsabilidad. Liderar no es mandar, manipular, decirle a los demás que nos besen los pies. Eso es ego..."egoteísmo" (algo así como ego, egoísmo, y culto al dios "yo"). Liderar es asumir mi responsabilidad frente a la generación venidera. Suena difícil, pero alguien tiene que hacerlo, y no es el político de turno, el que sale en la publicidad, el que "twittea" más seguido, el que grite más fuerte. La realidad es que somos nosotros los que cambiamos nuestra nación.
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